Gastronomía Sexenal Lalo Plascencia #venacomer política gastronómica crítica en Revista Mujeres ¿qué pasará con esta política al término del sexenio? hoy es un portal de noticias deportivas y espectáculos. Escríbeme a lalo@cigmexico.org
Jamás he negado mi pasión por el análisis político, fue mi primer opción antes de decantarme por la gastronomía como vocación universitaria y aunque la pasión no fuera motivo de estudio profesional jamás debe negarse. Combiné muchos años de profesión culinaria con seminarios de oratoria, diseño de estrategia de campañas electorales, y hasta seminarios de análisis de la izquierda y derecha ofrecidos académicos como Roger Bartra.
En la última década, momentos para combinar política y gastronomía han sido visiblemente y públicamente pocos, pero en todo momento la política –como la búsqueda y ejercicio del poder a favor de un bien común- estuvo presente como parte de largas y enmezcaladas reflexiones a lado de colegas cocineros, colegas periodistas, amigos de otros gremios, y en los últimos tres años con personajes involucrados directa e indirectamente en el quehacer político de México. Toda esa actividad siempre la hice para generar nuevos caminos de desarrollo en la gastronomía, oportunidades que gestaron nuevos festivales, apuntalaron los esfuerzos de otros cocineros a favor de sus comunidades, e incluso aportaron ideas concretas sobre lo que somos como mexicanos para fortalecer mi creencia que desde la gastronomía se pueden y deben generar los cambios más profundos de una sociedad en constante construcción.
Junio de 2018 es recordado en el calendario político como el último mes de las campañas presidenciales; cuatro semanas en las que sin importar el trabajo hecho por los candidatos, la mayoría de los ciudadanos definirán su voto en tan solo unos días, de forma poco informada, aburrida por ‘más de lo mismo’ y con el saco de la esperanza cada vez más vacío. Por más dinero que se gaste, el desencanto ciudadano cada vez es más manifiesto, solo falta traducirlo a acción política concreta.
Atrás habrán quedado los millonarios presupuestos para asegurar –seguramente sin lograrlo- una elección transparente y fortalecer el sistema partidista que más que sostenernos nos debilita; se olvidarán miles de promesas hechas en campaña y se borrarán los pocos o muchos éxitos de la administración anterior para dar paso a la impresión del nombre del nuevo faraón mexicano sobre las columnas del poder sexenal.
Parece que el origen de la resiliencia mexicana radica en la capacidad de aparente renovación sexenal: cada seis años parece un punto y seguido en la vida pública mexicana, olvidando lo conseguido o lo faltante sin importar beneficios o perjuicios ocasionados; cada seis años parece que tenemos la oportunidad de apretar el botón de RESET político, social y en muchas ocasiones hasta cultural.
Concretando: ¿qué va a pasar con la Política de Fomento a la Gastronomía firmada tan solemne y pomposamente por el presidente Peña Nieto? ¿qué pasarán con los esfuerzos conseguidos con la iniciativa #VenAComer cuyo portal web hoy es una plataforma de noticias sobre deportes y espectáculos https://www.venacomer.com.mx/? ¿qué pasarán con los festivales gastronómicos e iniciativas sobre la difusión de la gastronomía en México y luego en el mundo entero? Son algunas cuestiones que me nublan la mente, me preocupan, me dejan sin sueño principalmente porque me resisto a que la única cultura del México político sea el volver a empezar cada seis años como si se tratase de la construcción de una nueva fase de una pirámide cholulteca que no destruye la anterior pero construye por encima para cubrirla, negarla, absorberla o al menos desaparecerla de la vista más próxima.
Para que reflexionemos profundamente.
Las políticas transexenales en México en realidad son pocas, sostenidas con hilos finos que tienen más que ver con compromisos económicos que con auténticos deseos de progreso sostenible. Pero me niego a pensar que la política cultural -y puntualmente la gastronómica- sea motivo también de olvido sexenal, de poca prioridad presidencial.
Confieso haber invertido muchas horas de mi vida en revisar entrevistas, conferencias, declaraciones y demás plataformas políticas de los candidatos presidenciales, y reconozco que ninguno en realidad tiene particular interés en la gastronomía, y solo algunos ubican al turismo como “una fuente de ingreso sostenible”, “la tercer entrada de divisas al país”, o “una forma de manifestar y compartir nuestra grandeza al mundo”.
Pero en verdad ninguno de ellos se preocupó por el asunto de la cultura gastronómica, de las políticas de fomento, de continuar los esfuerzos que a muchos tontamente nos ilusionaron y nos dejó con el deseo de ir por el mundo orgulloso de ser mexicano, cocinero y enamorado de nuestra propia cultura.
Parece que el río que alguna vez sonó muy fuerte fue aprovechado por algunos peces, trajo beneficios para algunos pescadores, y se diluyó en la cotidianidad, el aburrimiento, y la confusión motivada por la poca claridad de las plataformas destinadas para informar sobre la presentación de proyectos o aprovechamiento de los múltiples recursos destinados para apuntalar nuestra actividad de promoción.
H2: Mi colofón
Despido estas líneas con un llamado de atención a mis colegas del gremio gastronómico, turístico, hotelero y periodístico a que piensen –y muy bien- su voto, pero sobre todo piensen sus actos, sus decisiones, sus posturas, sus ilusiones y decepciones para los próximos seis años porque son esos precisamente los que pueden unirnos a favor de acciones concretas para el desarrollo o separarnos en detrimento de un país virtuoso y con deseos de sobresalir. Somos mexicanos, apropiémonos un país que grita por ser recuperado por los que sí queremos que las cosas cambien, duren, se extiendan y fortalezcan. Si los que leen quieren votar o no eso es su problema, pero por favor, no crean que un voto no hace la diferencia o que en solo un día decidan el destino de un país. México es mucho más que seis años de incertidumbres, deseos o ilusiones.
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